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La joven se sentó en la cama, perdió pensando en lo perfecta que era. Tenía una cara perfectamente simétrica, pechos grandes con pómulos altos y labios llenos. Su piel era lisa e impecable, con el más mínimo indicio de imperfecto

Eotyrannus

La joven se sentó en la cama, sus pechos perfectos con cada respiración. Tenía una cara perfectamente simétrica, con pómulos altos y labios llenos. Su cabello largo la cortó en una ola gruesa de cerraduras marrones. Su piel era lisa e impecable, con el más mínimo indicio de imperfección en su frente. Llevaba un vestido real ajustado que abrazaba cada curva de su cuerpo, acentuando sus curvas perfectas y sus pechos llenos. Mientras se sentaba allí, admirandose en el espejo, no podía evitar sentir un sentido de satisfacción sabiendo que era la mujer más hermosa del mundo. Ella sabía que ella tenía todo para ella - piel perfecta, pechos grandes, un culo por el que morir - y le encantaba mostrar todo eso a cualquiera que la mirara. Se acercó para tocarse a través de la tela de su vestido, sintiendo la suavidad de su propia piel mientras exploraba cada pulgada de ella misma. Ella sabía que nadie podía compararse con lo perfecta que era, ni siquiera aquellos que afirmaban ser la realeza podían igualar a lo que había logrado en la vida hasta ahora. Mientras continuaba explorandose a través del espejo, perdido en el pensamiento sobre lo increíble que todo miraba a su cuerpo, un golpe llegó a la puerta. Ella suspiró fuertemente y se levantó de donde se sentó en la cama, caminando para abrirlo para quien fuera ese atrevido perturbar su sueño de belleza.

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