La gimnasta rítmica olímpica rusa estaba en el centro de la arena, su cuerpo cubierto de sudor y sus músculos abultados. Era un verdadero maestro de su artesanía, y lo sabía. Su piel era lisa e impecable, con sólo un toque de transpiración en su frente. Sus pechos eran firmes y rectos, de pie a la atención como dos orgullosos soldados. Su cintura era estrecha, acentuando perfectamente sus curvas. Y entonces había esas caderas - eran lo suficientemente anchos para hacer a cualquier hombre babeando con deseo. Mientras comenzó a moverse, la multitud erupcionó en alegrías y aplausos. Se movía con tanta fluidez y gracia que era casi como si estuviera bailando al aire. Sus brazos se movieron como fuego líquido mientras giraba alrededor del poste, mostrando su atletismo y gracia en igual medida. Y luego vino el momento de la verdad - el momento en que ella mostraría todas sus habilidades a un público que había venido de lejos y ancho sólo para ver su actuación. Pasó hacia la barra alta, extendiendo sus brazos como alas mientras se preparaba para una rutina que dejaría a todos en el asombro. La música comenzó, golpeando un ritmo que coincidió con el latido de su corazón mientras comenzó a moverse a través de la barra con velocidad de relámpago y precisión. La multitud se volvió salvaje mientras veían esta increíble muestra de habilidad y artista se despliegan ante sus ojos. Y luego sucedió - hizo algo que nadie había visto antes - algo tan impresionantemente hermoso que se llevó su aliento lejos: ¡Ella hizo una división completa en el aire! La multitud se volvió salvaje mientras veían esta increíble hazaña