La vieja se sentó en su silla, mirando la pantalla del ordenador. Tenía 65 años y había sido viuda durante muchos años. Sus tetas pervertidas colgaban bajo su pecho, y su piel arrugada estaba cubierta de una capa fina

La vieja se sentó en su silla, mirando la pantalla del ordenador. Tenía 65 años y había sido viuda durante muchos años. Sus tetas pervertidas colgaban bajo su pecho, y su piel arrugada estaba cubierta con una fina capa de sudor. Había estado trabajando en un proyecto durante horas cuando oyó un golpe en la puerta. Era uno de sus vecinos, que había venido a pedir un poco de azúcar. La mujer sonrió e invitó a entrar, pero no se quedó mucho tiempo. Se fue rápidamente, dejando detrás sus llaves en la mesa al lado de la puerta. Mientras lo veía irse, no podía evitar notar lo sexy que parecía con su marco alto y brazos musculares. Ella no podía evitar imaginar cómo sería tener sexo con él - alto y delgado así!