La anciana se sentó en su silla, mirando al espectador con ojos de sol y una mirada seductora. Sus pechos estaban perfectamente formados y cubiertos de joyas, y sus pezones eran erectos. Llevaba una camisa blanca que apareció

La anciana se sentó en su silla, mirando al espectador con una mirada sensual. Tenía pechos grandes perfectamente formados y cubiertos de joyas. Sus pezones estaban erectos y llevaba una camisa blanca que mostraba su escote. Su pintalabios era roja y tenía pelo gris largo que le cautivó en la espalda. Estaba sentada frente a un escritorio enorme con una lámpara sobre ella, dando un aura de sofisticación y poder.