La vieja se sentó en su silla, mirando la cámara con una expresión seria. Tenía pechos grandes y un bolígrafo en la mano, listo para escribir las instrucciones que le dieron. Sus joyas brillaban en la luz, y parecía como

La vieja se sentó en su silla, mirando la cámara con una expresión seria. Tenía pechos grandes y un bolígrafo en la mano, listo para escribir las instrucciones que le dieron. Sus joyas brillaban en la luz, y su pelo estaba atado perfectamente. Llevaba una camisa blanca que abrazaba perfectamente sus curvas, y parecía que sabía exactamente lo que hacía. La cámara se acercó en su cara mientras daba instrucciones al espectador, mostrando sus arrugas y puntos de edad, pero también destacando la fuerza de carácter que la había mantenido yendo durante tanto tiempo.