La monja sonrió al niño mientras extendía sus piernas de ancho, revelando su penetración anal. Los ojos de los chicos se ensancharon con asombro mientras se centraban en los detalles de la cara y los pechos de la monja. No podían creer lo realista que era todo

La monja sonrió al niño mientras extendía las piernas, revelando su penetración anal. Los ojos del niño se ensancharon con asombro mientras se centraba en los detalles de la cara y los pechos de la monja. Podía ver cada arruga y grieta en su cuerpo, desde sus pezones perfectamente formados hasta las venas en sus manos. Los ojos de los chicos estaban pegados a los enormes pechos de silicona que rebotó con cada empuje de las caderas de la monja. No podían creer lo realista que era todo, desde las paredes de piedra hasta la arquitectura de la iglesia detallada. Era como si fueran transportados a una iglesia medieval con una congregación entera viendo que tienen sexo.