La mujer más hermosa del mundo estaba de pie de manera permanente, con sus ojos cerrados y una sonrisa seductora en sus labios. Llevaba un vestido blanco ajustado que abrazaba cada curva de su cuerpo, y tenía una piel perfecta

La mujer más hermosa del mundo estaba de pie de manera permanente, con sus ojos cerrados y una sonrisa seductora en sus labios. Llevaba un vestido blanco ajustado que abrazaba cada curva de su cuerpo, y tenía una piel perfecta que parecía que nunca había sido tocada por el sol. Sus pechos eran perfectamente redondos y pervertidos, y estaban cubiertos de una capa delgada de tela que apenas los ocultaba. Sus pezones estaban erectos, suplicando ser tocados o chupados. Mientras ella estaba allí, mirando al espectador con su más amplia sonrisa, ella alcanzó una mano para tocarse a través de sus bragas húmedas. Ella estaba tan excitada por la atención que estaba recibiendo de la cámara que no podía evitar gemir suavemente mientras se deleitaba. La imagen captó todo sobre esta mujer: su belleza, su perfección, y su deseo de gratificación sexual. Era una verdadera obra maestra del arte erótico que sería atesorada por cualquiera que lo viera.