La rubia estaba furiosa después de que su maquillista arruinara su traje y su cara con esperma, pero no parecía conseguirlo todo. Ella exigió que el maquinista limpiara su desorden, pero él sólo se rió de ella y continuó mirando fijamente

La rubia estaba furiosa después de que su maquillista arruinara su traje y cara con semen. Ella exigió que el maquinista lo arreglara inmediatamente, pero no podía sacarlo todo. Al salir de la habitación, notó un grupo de hombres mirándola desde el otro lado de la habitación. Todos llevaban trajes de diseñador y la miraban, disfrutando claramente de la vista de su cubierto de esperma. Ella se acercó a ellos y exigió que limpiaran su desorden, pero se rieron de ella y continuaron mirando. Estaba tan enojada que ni siquiera podía disfrutar del resto de la fiesta.