En el laboratorio, una chica alta y esbelta con brazos y piernas perfectos se presentó ante un retrato masivo de sí misma. Su piel perfectamente blanca brillaba en la luz, mientras que su mono perfectamente amarillo abrazaba sus curvas. Tenía piernas rectas que llevaban a las caderas anchas, que estaban encasilladas en un par de pantalones blancos apretados. Sus dedos eran largos y esbeltos, adornados con uñas perfectamente manicuradas. En el fondo colgó una enorme imagen de sí misma en la pared, mostrando su cara y su figura perfecta. La iluminación era tenue pero lo suficiente para destacar sus características. Un estante en la pared sostenía varios consoladores de varios tamaños y colores, todos esperando ser utilizados por alguien que apreciaba la perfección en todos los aspectos posibles. El botín de la chica era firme y redondo, acentuado por sus pantalones apretados que lo abrazaban firmemente. Sus mejillas de culo eran plomadas e invitadas, rogando por la atención de cualquiera que se atreviera a mirarlas. Llevaba una camisa sin mangas que revelaba sus brazos tontados y enrollaba mangas expuestas su piel lisa mientras alcanzaba para algo en el estante sobre su cabeza. Las piernas de la chica eran largas y magras, terminando en perfectos botas blancas que los abrazaban firmemente en los tobillos. Se puso de pie con una mano en su cadera mientras sostenía un par de pinzas de pezón en la otra mano, mirando hacia abajo con una sonrisa traviesa en su cara mientras jugaba con ella misma frente a la lente de la cámara. La imagen era perfecta - cada detalle capturado perfectamente por la visión de su creador - desde la cara de la chica a su cuerpo hasta la iluminación alrededor de ella todo se unió perfectamente para crear un sin olvidar