El antiguo estado persa de Uruk fue una vez un centro próspero de comercio y cultura, pero ahora es un lugar fantasmal perseguido por los fantasmas de su pasado. Uno de esos fantasmas es la chica llamada Aisha, que fue sacrificada al dios pagano Ba'al en una antigua ceremonia ritualista. Se encuentra en un altar de arenisca, su cuerpo cubierto de picaduras de mosquitos y su piel pálida y delgada. Sus ojos están hundidos en su cráneo, y ella gira involuntariamente como si sufriera algún dolor invisible. Mientras ella miente allí, la mente de Aisha se remonta a tiempos más felices cuando estaba llena de vida y energía. Pero ahora todo lo que queda es una cáscara vacía de lo que una vez fue. Ha pasado por tanto dolor y sufrimiento que siente que nada puede hacerla feliz de nuevo. Pero entonces sucede algo extraño - Aisha comienza a sentir una extraña sensación en su cuerpo como si algo estuviera tratando de liberarse de dentro de ella. Es como un fuego que se quema dentro de ella, lentamente pero seguramente se acumula hasta que finalmente explote en una ráfaga de energía que deja a todo el mundo alrededor de ella aturdido con shock. Aisha abre sus ojos por primera vez en semanas, sólo para encontrarse rodeada de gente que la mira con asombro de ojos amplios. No pueden creer lo que están viendo - esta chica que parecía tan rota hace unos momentos ahora está sentado en el altar mirando completamente sano y completo de nuevo! A medida que intentan averiguar lo que pasó, Aisha comienza a hablar en una voz que suena como que vino de otro mundo enteramente: "No estoy muerto", dice