El bosque era un lugar mágico, lleno de criaturas de todas las formas y tamaños. Elara, el espíritu guardián de estos bosques, miraba a cada criatura viviente y a cada hoja de hierba que prosperaba bajo su protección. Su cabello era una obra maestra de color y textura, brillando en la luz del sol como hilos de seda brotan de oro. Sus ojos eran un verde profundo que brillaba como esmeraldas en la luz, y su piel era tan suave como la satinada. Tenía una tez perfecta, con pómulos altos y labios llenos que se curvaban en una suave sonrisa cuando hablaba contigo. La ropa de Elara era sencilla pero elegante, hecha de los mejores materiales disponibles para su tipo. Llevaba vestidos voladores de pasteles blancos o delicados puros, con bordado intrincado en los talones y mangas. Sus zapatos fueron hechos de cuero suave o madera pulida, dependiendo de la temporada. Y siempre alrededor de su cuello colgaba un colgante de plata en forma de una hoja de roble - un símbolo de su conexión con la naturaleza y sus muchas maravillas., Texto: En el corazón de un bosque antiguo, donde la luz del sol se filtraba a través de un cañón de árboles torrentes y cada criatura viviente respiraba la vida en estos bosques, moraba un ser encantador llamado Elara. Ella era el espíritu guardián de estos bosques, confiado con el deber de vigilar a cada criatura viviente y cada hoja de hierba que prosperaba bajo su protección. El cabello de Elara era tan brillante como las hojas de otoño - una cascada brillante que cayó en olas por la espalda - pero no era sólo su color que lo hizo tan llamativo; también tenía hilos tejidos a través de ella como vides en un viejo roble