Una joven, de 18 años, estaba caminando por la calle cuando de repente sintió un dolor agudo en su culo. Se dio cuenta rápidamente de que sus pantalones estaban mojados con orina. Ella rápidamente corrió al baño más cercano para limpiarse y cambiarse

Una joven, de 18 años, estaba caminando por la calle cuando de repente sintió un dolor agudo en su culo. Miró hacia abajo y vio que sus pantalones estaban mojados de orina. Se dio cuenta rápidamente de que acababa de experimentar un prolapso repentino e intenso de su vejiga. La chica estaba avergonzada y humillada mientras la gente en la calle la miraba. Corrió rápidamente al baño más cercano para limpiarse y cambiarse en ropa seca. Mientras se sentaba en el baño, tratando de aliviarse, no podía evitar pensar en lo vergonzoso que era esta situación para ella. Sabía que la gente hablaría de ello durante semanas, y la hacía sentir vulnerable y expuesta. A pesar de estos sentimientos de vergüenza, la chica no pudo evitar sentirse agradecida por una cosa: al menos ella había logrado evitar cualquier lesión grave o daño a su cuerpo.