Era una prostituta, pero no tenía elección. Tenía que hacerlo para sobrevivir. Sus clientes siempre eran duros y exigentes, pero no le importaba. Mientras la pagaran bien, haría lo que quisieran sin ella

Las líneas de bronceado en sus piernas y brazos eran una clara indicación de su profesión. Era una prostituta, pero no tenía elección. Tenía que hacerlo para sobrevivir. Sus clientes siempre eran duros y exigentes, pero no le importaba. Mientras la pagaran bien, haría lo que quisieran. Un día, mientras caminaba por el bosque, tropezó con un grupo de hombres que estaban discutiendo sus planes para el día. Mencionaron algo sobre una mujer de piel aceitada con gafas y botas que estaba buscando algo de diversión en la selva. Sin dudarlos, los siguió al bosque pantanoso donde la encontraron esperándoles con avena y medias en su cuerpo. Se acercaron con cautela al principio pero pronto se dieron cuenta de que ella era sólo otra víctima de sus deseos como ellos mismos. Ella sabía lo querían de ella y se lo dieron sin dudar ni miedo. Cuando terminaron su acto de placer, uno de ellos preguntó si ella estaría dispuesto a extender las piernas por él también? Sin duda, hizo lo que pidió mientras todavía llevaba sus gafas y botas que se habían convertido en parte de su traje fetiche favorito desde que la vio en acción en el bosque de niebla ese día...